domingo, 15 de abril de 2012

NOCTURNA EN CALA FRIA


Sentados a la orilla de cala fría hablábamos de la inmersión que íbamos a realizar. Álvaro se mostraba inquieto por el tema de bucear de noche pero sobre todo se le veía emocionado y espectante por aquello que iba a ver y las sensaciones que iba a experimentar. Cuando hizo su curso de open water realizamos la segunda inmersión por la tarde, y cuando salimos era casi de noche. Era Noviembre y en esas fechas hay pocas horas de luz, así que le recorde ese día y entendió que el buceo con más o menos luz al final es lo mismo, buceo.

Repasamos el equipo, los focos, los estrobos, las luces de posición e hicimos un breafing de la inmersión y de las señales, y tomamos referencias lumínicas. La noche era clara y el cielo estaba estrellado. La luna llena y el faro presidían la postal. De libro.

En cinco minutos estabamos en el agua y ese chico temeroso estaba de repente alejandose de mi totalmente inmerso en esas oscuras aguas transparentes gozando del espactáculo. Olvidó todo temor y le indiqué que fuéramos mas cerca y proseguimos.

Cuando buceas de noche se agudizan los sentidos, la vista se adapta y el silencio es ensordecedor. Tu cuerpo, tu mente y las burbujas saliendo por el regulador son la música de fondo. El foco alumbra aquello que iluminas y la eclosión de colores te embriaga ya que no hay difusión alguna que se interponga entre las algas, los corales, los peces y tú.

Un pulpo despistado se nos cruza por el camino, y el pobre busca el color con el que cambiar su apariencia para pasar inadvertido, un pequeño congrio despistado busca un recoveco en el que ocultarse pero no encuentra cobijo ya que se encuentra deslumbrado así que le dejamos tranquilo.

Octopus vulgaris
Imagínate que estas en la cama durmiendo y te ponen en medio de la noche un foco en la cara. Así se sienten los pobres peces, así que procurad cuando buceeis de noche, no deslumbrarles igual que haríais con vuestro compañero, los peces se estresan tambien. Llega el momento culmen. De rodillas en el arenal apagamos unos segundos las linternas y esperamos a que la retina se adapte. De repente parece que es el atardecer. Podemos ver las estrellas, la luna y el faro girando desde las profundidades. Me sube el pulso ante tal emoción, y luego observamos el placton luminiscente que emerge al agitar las manos. Espectacular.